Recientemente tuve un accidente de tráfico con alguna lesión leve, afortunadamente. El médico que me visitó, muy amablemente, me recomendó que recordara la « resiliencia » durante los siguientes días. Sinceramente, este gesto del médico me resultó simpático y me recordó algunas cosas…
Para aquellos que sea la primera vez que escucháis esta palabra o que no sepáis qué significa, según la Asociación Americana de Psicología, la resiliencia es el proceso de adaptarse bien ante la adversidad, un trauma, una tragedia, amenazas o fuentes significativas de estrés – tales como problemas familiares y de pareja, problemas de salud graves o conflictos en el trabajo y problemas económicos. Significa «dar la vuelta» a las experiencias difíciles.
Ser resiliente no significa ser inmune a la dificultad o la angustia. El dolor emocional y la tristeza son habituales en situaciones de gran adversidad o traumas vitales. De hecho, el camino a la resiliencia es probable que implique una considerable angustia emocional.
Esto que os voy a explicar ahora es muy importante, la resiliencia no es una característica de las personas que se tiene o no se tiene. Son todos aquellos comportamientos, pensamientos y acciones que se pueden aprender y desarrollarse en cualquier persona. La gente muestra resiliencia en muchas y diversas ocasiones. Muchas de las personas que veo en consulta me lo demuestran todos los días. Pero quizás no lo saben. Quizás es un concepto « modernizado » y que se ha puesto de moda, pero creedme que nadie se lo ha inventado recientemente. Seguro que todos conocéis esa frase de Nietzsche que dice « Lo que no me mata, me hace más fuerte » y, en cierta manera, esta es la idea de la resiliencia.
La resiliencia es posible por la combinación de distintos factores que se encuentran en los seres humanos y que construyen la resistencia que tiene cada persona.
Factores como :
- Relaciones sociales, capacidad de tener amigos y relaciones positivas
- Capacidad de no mismo para ayudar a otras personas, animales, causas sociales
- Tener y utilizar el sentido del humor
- Basar la toma de decisiones en un proceso interior, con uno mismo (locus de control interno)
- Capacidad de comprender ampliamente a las personas y las situaciones
- Independencia adaptativa, o autonomía vital
- Optimismo o capacidad de visualizar positivamente el futuro
- Flexibilidad para adaptarse a los cambios
- Capacidad de aprendizaje
- Auto-motivación
- Autoestima y confianza en uno mismo
- Perseverancia, seguir adelante a pesar de las dificultades
- Creatividad, capacidad para crear o expresarse, crear o inventar
Hay que tener en cuenta, además, el contacto con la realidad es importante cuando hacemos planes de futuro o cuando tomamos decisiones. Tener una visión positiva de uno mismo, confiar en nuestras fortalezas y habilidades y ser capaz de gestionar los impulsos y los sentimientos.
Os recuerdo que todas estas cosas son susceptibles de ser desarrolladas por uno mismo.
Ahora viene cuando la persona que está leyendo –y mis pacientes- dicen, vale, la teoría ya me la sé y está muy bien pero, ¿Esto cómo se hace ?
A mi, personalmente, esta pregunta me hace mucha gracia, y me suelo reir cuando mis (im)pacientes la hacen. El desarrollo de la capacidad de recuperación es un trayecto personal. No todo el mundo reacciona de la misma manera ante las mismas situaciones. Lo cual quiere decir que cada persona tiene su proceso y utiliza sus estrategias. También, tenéis que saber que las estrategias que funcionan para unas personas pueden no ser nada útiles para otras. Esto significa que las estrategias tienen que ser construidas dentro de cada uno, siendo personales y personalizadas.
Normalmente, nadie ni nada nos enseña a ser resilientes más que nosotros mismos. Incluso los psicólogos tenemos nuestras experiencias, nuestros errores y nuestro sufrimiento. Hay situaciones mejores y situaciones peores y no nos podemos « saltar » los procesos menos buenos o los que no nos gustan. La única ventaja que podemos tener –los psicólogos- es la capacidad de introspección y aceptación de nosotros mismos. Sea como sea, eso no nos evita el sufrimiento ni el trabajo que tenemos que hacer cuando suceden cosas desagradables. Esta fue la reflexión que hice después de salir de la consulta, sonriendo. Los psicólogos también somos humanos.
¿Os habéis encontrado vosotros con la resiliencia ?
Podéis compartir con nosotros vuestras experiencias, vuestros trucos y vuestras opiniones sobre la resiliencia. Estaremos encantados de escucharos y aprender de vosotros, como siempre.
Amalia Muñoz (Psicóloga).