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La Sinceridad

Se define como sencillez, veracidad, modo de expresarse o de comportarse libre de fingimiento.

La sinceridad es uno de los valores que nos inculcan nuestros padres cuando somos pequeños. Nos enseñan a ser sinceros y esto implica «decir la verdad» y «no mentir». Pero a medida que nos vamos haciendo mayores ya no es tan fácil ser sinceros con el mundo que nos rodea y las cosas se complican un poco más.

Cómo podemos saber si aquello que pensamos es útil para la otra persona o si verdaderamente forma parte de nuestra frustración o malestar?

Cuando nos encontramos en una situación en la que alguien nos pide nuestra opinión o en la que creemos que debemos de expresar lo que pensamos, antes debemos de parar y reflexionar: ¿Qué gano yo contándole «mi verdad» y qué le voy a generar yo a esa persona cuando lo haga?, ¿Sé lo que necesita escuchar realmente esta persona?, ¿Quiero que piense igual que yo?

SINCERICIDIO:

Antes de ser sinceros con el mundo que nos rodea tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. La sinceridad sin empatía daña y es totalmente innecesaria. Porque no ayudas a la otra persona y si la estás dañando. La sinceridad debe ir acompañada de la honradez / honestidad o amabilidad.

Por eso, es muy importante qué decimos y cómo lo decimos. La sinceridad sin sensibilidad puede llegar a ser cruel, sin humildad puede llegar a ser prepotente y sin autoconocimiento refuerza «nuestras creencias». Todo el mundo tiene razones para hacer lo que hace pero nadie tiene razón.

La sinceridad siempre parte del amor propio y de la coherencia. La mentira siempre tiene la vergüenza y el miedo detrás de ella.

Como decía André Gide …

«Confía en aquel que busca la verdad, desconfía de aquel que la ha encontrado»

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