En Neuroespai trabajamos con técnicas específicas para ayudar a las personas a “parar de pensar obsesivamente”, que es una queja constante y recurrente. Muchos pacientes nos cuentan que llegan “agotados” de tanto pensar.
- La mente es una fábrica de ideas, el funcionamiento normal de la mente es, precisamente, pensar. Es un proceso que se forma de manera natural y que forma parte de nuestra condición de seres vivos.
Hagamos una prueba rápida. Si alguien os dice: “No pienses en un elefante rosa”, vuestra mente lanzará, automáticamente, ¡la imagen de un elefante rosa! Además, cuanto más os esforcéis en no pensar, más fuerza cobrará la imagen del elefantito.
- Esto nos lleva a un fenómeno muy estudiado: Esforzarse infinitamente por dejar de pensar es decirle a tu mente: ¡Piensa!
- De hecho, siempre estamos pensando. Además, el curso del pensamiento nos lleva a menudo a plantearnos preguntas que no tienen una respuesta o no tienen una única respuesta.
Siguiendo un juego al que todos hemos jugado alguna vez, si nos hacemos la siguiente pregunta: ¿la botella está medio llena o medio vacía? ¿Cuál es la respuesta correcta? Aquí, el problema no sería si la botella está medio llena o medio vacía, sino la pregunta que hemos hecho que no tendrá una respuesta absoluta y por tanto, no podremos llegar a una respuesta única y verdadera.
- Si yo me hago una pregunta que no tiene una respuesta única y verdadera, la respuesta será imposible. Además, cuantas más preguntas incorrectas me hago, más preguntas me voy a tener que hacer para obtener la respuesta “correcta”.
Igualmente, existe una costumbre o creencia de que si yo me hago una pregunta, deberé absolutamente buscar y obtener una respuesta. Pero si yo doy una respuesta a una duda incorrecta, desencadeno una serie de pregunta-respuesta sin fin, que me llevan a un laberinto en el que me puedo perder. Según esto, cada vez que intento responder de manera correcta preguntas incorrectas, construyo a mi alrededor la prisión en la que yo soy el prisionero.
- Lo más importante y primero que hay que hacer es identificar qué cosas hago yo que alimentan el patrón de pensamiento obsesivo.
A partir de este punto, se trabaja específicamente sobre ese patrón que se ha creado para así anular la automatización de la obsesión que ya no podemos parar, aparentemente, de forma voluntaria.
“No son las cosas en sí mismas las que nos preocupan, sino la opinión que tengamos sobre ellas” EPICTETO
Amalia Muñoz (Psicóloga)