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El maltrato infantil

El maltrato a los niños es un problema universal que ha existido desde tiempos remotos, sin embargo es en el siglo XX con la declaración de los derechos del niño (O.N.U. 1959), cuando se le considera como un delito y un problema de profundas repercusiones psicológicas, sociales, éticas, legales y médicas.

 

Definición:

El maltrato infantil abarca todas aquellas acciones de abuso u omisión que van en contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño, cometidas por personas, instituciones o la propia sociedad. Ello supone la existencia de un maltrato físico, negligencia, maltrato psicológico, abuso sexual o abandono. (NCCAN, 1988).

  

Tipos de maltrato:

  1. El maltrato físico

Conjunto de acciones intencionadas y persistentes donde se utiliza la fuerza física, realizadas por adultos responsables del niñ@ (padres, tutores, profesores) hacia éste. Causándole lesiones físicas o enfermedades manifiestas.

  1. El maltrato psicológico i/o emocional

Conjunto de manifestaciones verbales de carácter hostil realizadas por adultos responsables del niñ@ hacia éste, que impiden el adecuado desarrollo del apego en sus primeros años de vida y posteriormente se sienta excluido del ambiente familiar y social, afectando su autoestima y sus habilidades sociales.

  1. El abuso sexual

Consiste en aquellas relaciones sexuales, que mantiene un niño o una niña (menor de 18 años) con un adulto o con un niño de más edad, para las que no está preparado evolutivamente y en las cuales se establece una relación de sometimiento, poder y autoridad sobre la víctima.

Las formas más comunes de abuso sexual son: el incesto, la violación, la vejación y la explotación sexual. También incluye la solicitud indecente sin contacto físico o seducción verbal explícita, la realización de acto sexual o masturbación en presencia de un niño y la exposición de órganos sexuales a un niño.

El maltratador habitualmente es un hombre (padre, padrastro, otro familiar, compañero sentimental de la madre u otro varón conocido de la familia). Raramente es la madre, cuidadora u otra mujer conocida por el niño.

También se considera maltrato infantil las negligencias en la crianza, el abandono físico y emocional, el llamado Síndrome de Münchausen y Síndrome de Alienación parental.

 

Factores de riesgo

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen los siguientes factores:

 

Factores del niño

Hay una serie de características del niño que pueden aumentar la probabilidad de que sea maltratado:

  • La edad inferior a cuatro años y la adolescencia.
  • El hecho de no ser deseados o de no cumplir las expectativas de los padres.
  • El hecho de tener necesidades especiales, llorar mucho o tener rasgos físicos anormales.
  • Presenta rasgos de personalidad o de temperamento que constituyen un problema para el progenitor (por ejemplo hiperactividad, o impulsividad).

Factores de los padres o cuidadores

Hay varias características de los padres o cuidadores que pueden incrementar el riesgo de maltrato infantil, entre ellas:

  • Las dificultades para establecer vínculos afectivos con el recién nacido;
  • El hecho de no cuidar al niño.
  • Los antecedentes personales de maltrato infantil.
  • La falta de conocimientos o las expectativas no realistas sobre el desarrollo infantil.
  • El consumo indebido de alcohol o drogas.
  • La participación en actividades delictivas.
  • Las dificultades económicas.

 

 

Detección y Actuación ante el maltrato:

Tanto el pediatra como el profesor, se encuentran en una posición privilegiada para detectar situaciones de riesgo. El pediatra porque es quien chequea al menor de una forma más exhaustiva periódicamente , pudiendo detectar signos físicos y/o evolutivos alarmantes. El profesor, por su parte, pasa mucho tiempo con sus alumnos y puede detectar un cambio brusco de comportamiento o de estado anímico, así como periodos de ausencia escolar en alguno de ellos.

 

 

 

Algunos indicadores de alerta son:

Indicadores físicos: dolor corporal, golpes, moratones de diversa evolución, quemaduras o heridas en alguna zona del cuerpo, dificultades para andar o sentarse, mordeduras humanas, cortes o pinchazos, lesiones óseas i/o internas, etc.

Indicadores comportamentales: pérdida de apetito, trastornos del sueño, hiperactividad, regresión de conductas, tendencia al secretismo, agresividad, problemas escolares, llanto, resistencia a desnudarse o bañarse, aislamiento social, enuresis o encopresis, etc.

Indicadores emocionales: tristeza, irritabilidad, miedo a volver a casa , odio, sentimientos de culpabilidad, impotencia, vergüenza, frustración, etc.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Indicadores en la esfera sexual: conductas precoces o conocimientos sexuales inadecuados para su edad, apodar a las zonas íntimas, rechazo de las caricias, de los besos y del contacto físico, dificultades para andar o sentarse, etc.

En caso de que pediatra o profesor tengan la sospecha de que existe maltrato por parte de algún familiar hacia su paciente o alumno (mediante la observación de los indicativos expuestos anteriormente, entrevistas con el menor y con la familia o la pasación de Cuestionarios de Detección del Riesgo Social (D.R.S.)), o incluso que sea el propio menor el que exprese su situación, se debe poner en conocimiento a los Servicios Sociales Municipales o Comisión de Tutela, quien son los encargados de confirmar esa situación y poner “ a salvo” al nin@ o adolescente.

No obstante, si el niño está herido se debe llevar a servicios sanitarios para que sea atendido y curado y posteriormente pasar parte a la policía y servicios sociales.

 

Consecuencias del maltrato infantil

Las consecuencias de cualquier abuso dejan tanto lesiones físicas como psicológicas.

A nivel físico se refleja en el cuerpo cualquier signo de violencia o sometimiento, y a nivel psicológico se desencadenan alteraciones tanto a nivel emocionales y conductual como sociales.

 La severidad y cronicidad de estas secuelas dependerá de: la intensidad y frecuencia del maltrato, las características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento, habilidades sociales, etc.), el uso o no de la violencia física, relación del niño con el agresor, apoyo intrafamiliar a la víctima infantil, acceso y competencia de los servicios de ayuda médica, psicológica y social.

Los secuelas más frecuentes tras un maltrato son, según las edades, las siguientes:

En pre-escolares:

  • Incapacidad para desarrollar un adecuado apego
  • Baja autoestima
  • Pesadillas y problemas del sueño
  • Cambios de hábitos de comida
  • Pérdidas del control de esfínteres
  • Deficiencias psicomotoras
  • Trastornos psicosomáticos

En escolares y adolescentes:

  • Fugas del hogar
  • Conductas autolesivas
  • Hiperactividad o aislamiento
  • Bajo rendimiento académico
  • Deficiencias intelectuales
  • Fracaso escolar
  • Trastorno disociativo de identidad
  • Delincuencia juvenil
  • Consumo de drogas y alcohol
  • Miedo generalizado
  • Depresión
  • Rechazo al propio cuerpo
  • Culpa y vergüenza
  • Agresividad
  • Problemas de relación interpersonal.

Otros: perpetración de actos violentos, tabaquismo, obesidad, comportamiento sexual de alto riesgo, embarazo no deseado. Estos factores de riesgo y comportamientos pueden traer aparejadas algunas de las principales causas de defunción, enfermedad y discapacidad, como las enfermedades cardiacas o de transmisión sexual, el cáncer o los suicidios.

*Es importante destacar que esta sintomatología aparece durante o después de los abusos, antes no se manifiesta.

 

Prevención:

Es importante que los padres o futuros padres dominen ciertas aptitudes de crianza para que ejerzan un correcto papel como cuidador. Por ello es bueno proporcionarles formación.

La formación en grupo es una buena manera de hacerlo, distintas parejas en situaciones parecidas exponen sus dudas y experiencias y se les proporcionan pautas para que mejoren sus conocimientos sobre el desarrollo infantil. También se les alienta a adoptar estrategias positivas en sus relaciones con los hijos.

Es de especial atención la formación preventiva en aquellos futuros padres con problemas de adicciones u otras patologías que pudieran condicionar la crianza de un hijo, y en definitiva en cualquier perfil de persona que pueda presentar algún factor de riesgo.

  • En relación al abuso sexual, generalmente se realizan en las escuelas enseñanzas a los niños sobre la propiedad de su cuerpo, así como formación sexual donde se aprende a diferenciar entre los contactos normales y los tocamientos impúdicos.
  • No obstante, en la actualidad, no hay ningún programa en las escuelas que explique a los alumnos cómo reconocer las situaciones de abuso; cómo decir «no» o cómo revelar los abusos a un adulto en el que confíen.

Natalia Cazorla (psicóloga infanto-juvenil)