En los últimos años está creciendo el interés de la sociedad por el maltrato animal. Cada vez hay más asociaciones, movimientos, empresas, organizaciones y personas involucradas en el respeto y derechos de los animales.
La investigación sobre los niños y el maltrato animal
Hace un par de días encontré un artículo que habla sobre la conexión emocional entre las mascotas y los niños y sobre cómo estas conexiones afectan después a los estados de ánimo en la edad adulta.
Esta investigación de Girardi y Pozzulo (2015) habla sobre el hecho y las consecuencias de tener una mascota. Las mascotas proporcionan compañía, consuelo, seguridad emocional y amor. Muchas familias consideran a los animales como miembros de la familia. Se entiende que estos aspectos que aportan las mascotas pueden tener efectos positivos sobre la salud mental. Sin embargo, ¿qué creeis que ocurre si los dueños de animales domésticos más pequeños de la casa son testigos del abandono, crueldad o la muerte de estos animales? La vinculación afectiva con una mascota bien cuidada es un aspecto claramente positivo de la unidad familiar. Desafortunadamente, muchas mascotas sufren agresiones o abusos en presencia de los niños. En este estudio se trata de explicar qué consecuencias psicoemocionales puede tener para los niños que crean estos vínculos afectivos con sus mascotas, pero son testigos de la violencia o el maltrato.
¿Esta exposición de niños a la violencia animal podría conducir a la ansiedad y la depresión en su edad adulta, tal y como se ha visto que sucede con otros miembros de la familia?
Para comprobar esto, se pidió a 318 estudiantes completar una encuesta on-line sobre la tenencia de mascotas en sus primeros años de vida. Aquellos que fueron testigos de abuso de sus mascotas se les preguntó acerca de la gravedad, duración y frecuencia de la exposición. Finalmente se evaluaron los síntomas de depresión y ansiedad, controlando otras formas de violencia familiar o abuso. Los resultados mostraron diferentes niveles de vínculo emocional entre dueño y mascota. Los que tenían un vínculo de bajo nivel y habían sido expuestos a la agresión del animal doméstico mostraron tendencia similar para la depresión / ansiedad que los que no habían sido expuestos. Los que tenían un vínculo medio, sin embargo, mostraron una incidencia significativamente mayor en los síntomas que el grupo sin exposición. La pregunta es ¿los que habían forjado un fuerte vínculo emocional, de empatía y de angustia ante los malos tratos de la mascota habían tenido más riesgo de salud mental en la edad adulta? Sorprendentemente, los individuos con el vínculo más fuerte no tenían las tasas más altas de ansiedad / depresión en la edad adulta. ¿Podrían los efectos positivos de una fuerte relación emocional con mascotas ser mayores que el daño hecho? Girardi y Pozzulo reconocen la complejidad de este problema y llegan a la conclusión «… una serie de factores biológicos y ambientales contribuyen al desarrollo y la prevención de trastornos emocionales, los resultados … sugieren que estos factores pueden incluir experiencias con animales domésticos de la infancia.» Esta información debe ser considerada por los profesionales que investigan las experiencias de abandono de los niños y los especialistas que prescriben terapias para ellos y los autores consideran que tiene «implicaciones importantes para la protección de los niños”.
Los vínculos emocionales entre los niños y los animales ¿existen?
Cuando un niño se encuentra con un perro, enseguida llama su atención, sonríe y hace por acercarse y tocarlo. Esto hace que el perro, entre otros animales, se haya considerado una herramienta importante para iniciar y propiciar la interacción, las habilidades sociales, emocionales y de comunicación.
Las implicaciones emocionales que desarrollan los niños y las personas adultas con los animales se han comprobado científicamente como significativas por lo que desde hace algún tiempo, se están desarrollando trabajos de intervención terapéutica con animales (por ejemplo, perros, caballos, delfines, focas).
Terapias asistidas con animales
De hecho, desde el ámbito de la psicología también estamos viviendo el trabajo con animales como una parte importante complementaria de las intervenciones terapéuticas en algunos grupos de pacientes. Las terapias asistidas con animales son cada vez más conocidas y se están llevando a cabo en hospitales referentes como el Hospital Teresa Herrera de A Coruña, el Hospital Universitario de Torrejón, El Gregorio Marañón o el Hospital Sant Joan de Déu, donde trabajan compañeras nuestras.
Las terapias asistidas con animales se están utilizando como prevención y promoción de la salud, tanto en pacientes adultos, niños y personas mayores. Se han probado en procesos de rehabilitación, en pacientes con enfermedades degenerativas, depresión, trastornos del espectro autista, trastornos de la comunicación, trastornos psicóticos, enfermedades crónicas y dolor.
Estas terapias siempre se llevan a cabo por técnicos o especialistas en adiestramiento canino, en entornos exteriores o especialmente preparados para estas actividades, en instalaciones preparadas técnica e higiénicamente para el trabajo con las mascotas (reconocimiento y expresión de emociones, el cuidado de los animales y conceptos básicos de adiestramiento canino).
La figura de los animales como el perro llaman la atención, es novedosa y motivadora, mejora la participación, y gracias a la interacción se ha comprobado que disminuye la ansiedad, depresión, se reduce la tensión arterial y el estrés.
En general, las terapias asistidas con animales son efectivas porque mejoran las habilidades sociales, de comunicación, contribuyen a la disminución de la ansiedad, mejoran el estado de ánimo, la autonomía de los pacientes.
Desde Neuroespai estamos concienciados sobre la protección de los animales y los beneficios terapéuticos que pueden tener. Nosotros actualmente no disponemos de tratamientos específicos con animales pero no descartamos tenerlos en un futuro próximo.
“Darle tu amor a un animal es como darle tu amor a una pequeña parte del mundo” Anónimo
Amalia Muñoz (Psicóloga)