Caídas, daño cerebral y rehabilitación cognitiva. La importancia de la evaluación neuropsicológica.
Recientemente se ha publicado un artículo en EEUU sobre las caídas y el daño cerebral en personas mayores (Filer W. & Harris M. Falls and Traumatic Brain injury Among Older Adults. N C Med J. 2015;76(2):111-114) . El artículo hace un repaso de las causas, las secuelas y los tratamientos que se practican en este tipo de circunstancias.
Las caídas forman el 33% de las causas de daño cerebral en la población general y el 60% en la población mayor de 65 años. El promedio de edad con un porcentaje mayor de caídas con hospitalización o muerte se sitúa en los 75 años.
Teniendo en cuenta el continuado envejecimiento poblacional y el avance médico-tecnológico, cada vez es más frecuente encontrar pacientes supervivientes al daño cerebral en estas edades. Este tipo de casos requiere, obviamente, de profesionales especializados en daño cerebral. Además, existen más factores de complejidad, por ejemplo la existencia previa de deterioro cognitivo, demencias o enfermedades neurológicas.
Algunos de los síntomas comunes después de una caída con daño cerebral –como problemas de movilidad, depresión o déficits cognitivos- pueden ser atribuidos a otros factores, especialmente cuando no hay testigos de las caídas y la persona no recuerda muy bien qué sucedió.
En algunas ocasiones puede suceder que la toma de medicación anticoagulante para el tratamiento de otras condiciones médicas aumente el riesgo de producir una hemorragia cerebral después de una caída con traumatismo craneal que, inicialmente, no sugiere ninguna sospecha de alteraciones neurológicas ni físicas.
Después de un traumatismo craneoencefálico (TCE), de acuerdo con las guías de actuación del colegio médico estadounidense, se recomienda realizar pruebas de imagen cerebral (TAC o Resonancia Magnética) a:
-Personas con una puntuación de 13 o menos en la escala de coma de Glasgow (GCS) que hayan sufrido un TCE,
-Pacientes de 60 años de edad que hayan tenido un TCE con desorientación, pérdida de conciencia o amnesia,
-Pacientes mayores de 65 años de edad que hayan tenido un TCE incluso sin pérdida de conciencia.
Esta práctica en la atención al daño cerebral está muy extendida y se sigue investigando al respecto. Además, las últimas investigaciones están centrándose en biomarcadores para la detección tanto de factores de riesgo como para la detección de daño cerebral primario.
Rehabilitación de personas mayores tras un TCE
Los síntomas más comunes después de un TCE incluyen:
-Disfunción cognitiva
-Fatiga
-Debilidad
-Trastornos del equilibrio
-Trastornos del sueño
-Trastornos del comportamiento
-Trastornos del estado de ánimo
-Cefaleas
-Espasticidad muscular
-Disfagia
-Ataques de epilepsia
-Confusión
-Agitación
-Dificultades en el habla
Dada la complejidad médica, comportamental, física y cognitiva de las secuelas del daño cerebral, es recomendable una aproximación multidisciplinar:
-Fisioterapia,
-Psicología,
-Neuropsicología,
-Logopedia y
-Terapia ocupacional.
La rehabilitación es un proceso necesario que está enfocado en un primer momento a la recuperación o compensación funcional y en un segundo momento al mantenimiento de las funciones cognitivas afectadas y potenciación de las funciones preservadas.
Existe evidencia científica suficiente como para entender que hay una correlación entre daño cerebral y desarrollo posterior de demencia, aunque las líneas que establecen esta relación no están suficientemente estudiadas y se mezclan con otros factores que dificultan la interpretación de los estudios como el consumo de fármacos, drogas, alcohol o la presencia de otras enfermedades.
En un estudio reciente se comprobaba que los pacientes mayores de 55 años que habían sufrido un TCE eran más susceptibles de desarrollar demencia en un periodo de 6 años posteriores al trauma.
La evaluación neuropsicológica es muy importante para la detección y clasificación de síntomas cognitivos y comportamentales. La utilidad del diagnóstico neuropsicológico después de un TCE o ACV (Accidente Vascular Cerebral, Ictus, hemorragia, etc) está bien documentada en la literatura científica.
La evaluación neuropsicológica sirve también para establecer las causas de otras alteraciones del comportamiento debidas a trastornos psiquiátricos previos (ansiedad, depresión, fobias, obsesiones…). Sobre todo, el interés de la intervención neuropsicológica es la orientación diagnóstica, toma de decisiones clínicas, plan de tratamiento y monitorización de la intervención. Usualmente suele hacerse una primera evaluación para establecer un punto inicial de funcionamiento y, posteriormente, se hace un re-test a los 6-12 meses para comprobar los efectos de la rehabilitación y la efectividad del tratamiento aplicado.
En pacientes mayores, la evaluación neuropsicológica es de especial interés, además de por los motivos mencionados, porque nos permite realizar recomendaciones sobre las capacidades para conducir, la capacidad para realizar las actividades del día a día, entre otras. Se recomienda una valoración cognitiva siempre que haya algún tipo de preocupación sobre problemas cognitivos (atención, memoria, lenguaje, etc) o de conducta que afecten al funcionamiento habitual.
En definitiva, el abordaje del daño cerebral, sobre todo en personas mayores, es complejo y requiere una intervención especializada y multidisciplinar. Hay que tener en cuenta que es muy probable que una persona con un daño cerebral moderado o grave precise un tratamiento crónico, por lo que el soporte, formación y ayuda de la familia es clave para la evolución de las secuelas cognitivas.
Desde Neuroespai os recomendamos que os asesoréis, participéis y ayudéis a vuestros seres queridos en su rehabilitación.
¡Para nosotros es tan importante como para ellos!
Amalia (Neuropsicóloga Neuroespai)