¿Cuántas veces has intentado trabajar aquello que no te deja vivir tranquilo/a?, ?Cuántas veces has iniciado una terapia y las has acabado dejando?
Esto es algo que nos encontramos todos los días los psicólogos en consulta. Es por eso que hoy no queremos hablaros desde el punto de vista profesional, si no desde el de un paciente. Y para poder llevar a cabo esto, damos las gracias a una paciente que compartirá su experiencia con todos/as vosotros/as. Deseamos que os pueda ayudar y servir como reflexión personal a la hora de venir a terapia o de encontrarnos puntos complicados durante el proceso de tratamiento.
«Hola,
Soy una mujer que no ha tenido una vida fácil y que ha tenido que poner su mundo del revés para poder empezar a vivir mejor consigo misma y con el mundo que la rodea.
Desde muy pequeña sufrí el rechazo por parte de mi padre. Con el tiempo desarrollé un miedo atroz a que me pudieran abandonar o rechazar, con lo que mi manera de relacionarme con las personas no era muy sana. Os cuento todo esto porque todos tenemos un «talón de Aquiles». Y no es malo; solo tenemos que saber reconocerlo, aceptarlo y saber dejarlo estar cuando este sale a saludarte.
Cuando no aceptamos cosas de nosotros mismos/as que no nos gustan, vamos poniendo barreras en nuestro interior sin darnos cuenta. Y esto hace que vayamos sobreviviendo de la mejor manera posible. Lo que sucede, es que para poder vivir tranquilos/as tenemos que conocernos más a nosotros/as mismos/as. Y esta tarea supone un esfuerzo muy grande, ya que tienes que digerir lo bueno y no tan bueno que forma parte de ti. Esta claro que las vivencias nos cambian y marcan rasgos de nuestra personalidad, pero es cierto también que todo se puede trabajar. Lo único que se necesita es tiempo, paciencia y querer hacerlo.
Hasta que no acepté y entendí lo que significaba querer hacer un trabajo personal pasé por un par de psicólogas. Comenzaba la terapia pero esperaba a que las cosas cambiaran sin pasar por mi. Invertía un dinero que de vuelta no me traía las cambios que yo quería, entonces me cansaba y lo dejaba. Y seguía conviviendo con mis miedos, inseguridades y mi gran querida amiga la ansiedad. La cual con el paso del tiempo iba tomando otras formas y sin darme cuenta poniendo más barreras en mi vida. Llegué a no coger el metro, a no ir a centros comerciales, incluso a agobiarme en casa pensando en que tenía que hacer diferentes cosas que yo no podía controlar. En mi caso mi talón de Aquiles es la ansiedad. Cada uno tiene el suyo obviamente. Gastamos mucha energía y tiempo en querer estar bien sin hacer nada o con el mínimo esfuerzo, solo pones parches que no sirven de nada.
En mi caso, lo que hizo que yo quisiera promover el cambio de verdad fue conocer a una persona. Pero esto último no tiene relevancia. Lo importante es que por primera vez decidí que no quería seguir atrapada en esa «cárcel interna» que había construido sin darme cuenta.
Así que busqué la ayuda de una profesional y comencé de nuevo. Esta vez fue algo totalmente diferente porque ya había hecho un primer clic dentro de mi y estaba decidida a trabajar de verdad. No fue fácil y hubo momentos en los que me sentí muy perdida, porque una vez que empiezas a mover cosas no puedes volver a tu estado de modus operandi anterior. Pero creerme, vale la pena conocerse a uno mismo/a, aprender a aceptar aquellas cosas que no nos gustan y trabajar tus fantasmas, conocerlos y aceptarlos.
Hacer un proceso personal no te vuelve en super héroe o heroína, pero te aporta paz y calma contigo mismo/a que no se puede pagar con dinero. Además de afrontar de un modo muy diferente las diferentes situaciones que surgen en la vida, no perdiendo una cantidad inmensa de energía peleándonos con ellas.
Para finalizar quiero añadir que si uno/a no está comprometido consigo mismo/a, ningún tratamiento que hagas va a funcionar. Porque la pieza clave eres tu y nadie más. «