Los celos son una emoción que se origina cuando, en una relación (de amistad, pareja, familia) una de las partes percibe que hay una amenaza externa que pone el peligro la unión afectiva y personal que tiene. Es decir, los celos necesitan de una relación para existir, no se trata de una emoción que se dé fuera del contexto de una interacción social. Y son el resultado de darnos cuenta de que nuestro protagonismo en esa relación se ve disminuido como causa de un tercer agente externo (otra persona, una actividad, un trabajo).
Así mismo, se trata de una emoción muy primitiva que se experimenta de manera más frecuente en el contexto de las relaciones de pareja. El amor y los celos están íntimamente relacionados, ya que, en pequeñas dosis, los celos hacen que cuidemos de nuestra pareja y de nuestra relación. Estas pequeñas dosis de celos son normales. El problema está cuando los celos adoptan un calibre mayor impidiendo que las personas disfruten de estar en una relación preservando su individualidad y libertad.
En estos casos entramos en lo que los psicólogos llamamos celos patológicos o celotipia. Se trata de situaciones en las que los celos impiden que las personas lleven a cabo su vida de la manera en que ellos mismos eligen (acaban viviendo la vida mediante las reglas y exigencias del otro). Por ejemplo, los celos que hacen que una de las partes de la pareja deje de salir con sus amigos, deje de vestir ciertas ropas o tenga una hora de llegada a la casa. Por otra partes, en el caso de las relaciones de amistad, puede observarse que los celos patológicos resultan en que la amistad se vuelve absorbente y una de sus partes exija la “exclusividad” del tiempo de ocio (por ejemplo: amigos que si no quedas con ellos se enfadan sin razón).
Los celos patológicos suelen estar relacionados con carencias personales. Dentro de las que observamos una baja autoestima, personalidades con rasgos obsesivos y controladores, historias de relaciones en las que se ha sido controlado (o controlador), e historias de aprendizaje personal que identifican el amor con la posesión y el control. En todo caso, los celos son la expresión de inseguridad, que paradójicamente, en lugar de acercar a la otra persona, terminan alejándola de la relación.
Entonces… ¿qué se puede hacer frente a los celos?
En primer lugar, no hay que dejarse engañar por la “agradable” sensación que provoca el sentir que alguien está por nosotros. Los celos se generan en espiral: comienzan siendo pequeños y van creciendo cada vez más. Con lo cual, lo más sano para cualquier tipo de relación es que las personas no cedan antes los celos. Si se te prohíben cosas como resultado de los celos, has de tener claro que esta no es una manera sana y positiva de llevar una relación (sea de pareja o de amistad).
Hemos se saber que por parte de la persona que es celosa, puede ser difícil que ésta asuma que sus celos son problemáticos. Por ello, la parte que sufre las exigencias de los celos es quien ha de hacer una llamada de atención frente a los mismos. Esta llamada de atención se tiene que orientar a los problemas que se tienen como resultado de los celos y enfatizar que éstos se tienen que gestionar.
La manera más eficaz de reducir los celos no es cediendo ante las exigencias de éstos, sino, logrando que la persona celosa acepte que necesita ayuda para superarlos. Si en tu caso tú eres la parte celosa puedes intentar sustituir los pensamientos que te provocan inseguridad por otros que te hagan sentir más confianza. También puedes esforzarte por ser objetivo y evitar darle rienda suelta a tu imaginación respecto a las posibles amenazas que puede sufrir tu relación. Por sobre todo, lo que mejor funciona es trabajar personalmente para superar las carencias personales y las ideas desadaptativas que se tengan respecto a las relaciones personales. Recuerda que en un intento por no perder lo que tienes, se activan tus celos, y éstos acaban haciendo realidad lo que más temes: perder a esa persona. Por tanto, frente a los celos se ha de hacer un trabajo personal para su gestión y no hemos de ceder ante los mismos.
Julia Marquez Arrico (Psicóloga)