Saltar al contenido

ESTIMULACIÓN COGNITIVA EN EL DOMICILIO EN PACIENTES CON ALZHEIMER

Entendemos estimulación cognitiva como el conjunto de técnicas terapéuticas y estrategias ambientales que tienen como objetivo la potenciación o mantenimiento de las funciones cognitivas alteradas durante la enfermedad de Alzheimer.

Si bien el Alzheimer es una enfermedad degenerativa, con la estimulación cognitiva se pueden mantener e incluso mejorar funciones que podrían parecer perdidas.

Son varios los factores que hay que tener en cuenta, ya que, en función del grado de deterioro que sufra el paciente, es necesario valorar hasta que punto estamos forzando capacidades que ya se han perdido, ya que no estaríamos favoreciendo ningún mantenimiento y se podría generar frustración y desmotivación en el cuidador. No obstante, si debemos reforzar las capacidades aún preservadas puesto que en éstas si favorecemos su mantenimiento.

Como ya se ha dicho más arriba, el cuidador debe conocer el grado o fase en el que se encuentra el enfermo de Alzheimer:

  1. Fase leve: La propia persona aún es capaz de detectar sus fallos, por lo que el cuidador debe motivar al enfermo para realizar los ejercicios propuestos, potenciando su autonomía.
  2. Fase moderada: Se detecta falta de iniciativa en el enfermo, por lo que hay que ayudarle a realizar los ejercicios, los cuales deberán ser más sencillos que en la fase leve, evitando la frustración.
  3. Fase avanzada: La ayuda que requiere el enfermo para llevar a cabo la estimulación cognitiva es prácticamente total, a través de tareas fáciles.

Por otra parte, hay múltiples consejos que el cuidador debe tener en cuenta:

  • Es necesario estimular las diferentes funciones cognitivas (orientación, atención y concentración, memoria, manipulación mental de la información, organización, planificación, procesamiento de la información, etc.).
  • Es recomendable realizar los ejercicios siempre a la misma hora y en el mismo lugar, llevando una rutina.
  • Permitir diversos períodos de descanso con tal de no sobrecargar a la persona enferma, obligarle a trabajar más de lo debido puede llegar a ser contraproducente.
  • Tratar de realizar ejercicios que resulten gratificantes para el enfermo, teniendo en cuenta sus intereses, gustos y costumbres.
  • En las tareas es más importante la participación que el rendimiento, el trabajo llevado a cabo durante la actividad es crucial.

El material que se puede utilizar con el enfermo es muy diverso y al alcance de cualquier persona. Se puede trabajar con rompecabezas, crucigramas, música que el enfermo conozca, libros de cocina, sopa de letras, plastilina, periódicos, recortables, juegos tradicionales (dominó, parchís, cartas…), fotografías antiguas o recuerdo de acontecimientos biográficos claves (boda, nacimiento de hijos, etc.).

 

David Leno (Neuropsicólogo)