¿Qué es el dolor crónico?
El dolor crónico sucede cuando las señales de dolor perduran en el tiempo, mucho más tiempo del que se espera por el tipo de lesión o problema que lo origina. Se considera dolor crónico cuando dura más de 6 meses. En algunos casos, como en artritis o cáncer, puede haber una causa de dolor permanente, aunque en algunos casos, no hay una razón concreta.
El dolor crónico se puede caracterizar por una baja energía, alteraciones del estado de ánimo, dolor muscular, anomalías en la regulación de algunas hormonas y una bajada del rendimiento tanto físico como mental. Estas alteraciones provocan cambios en la regulación de algunos circuitos cerebrales que hacen aumentar la sensibilidad al dolor. Esto conlleva la extensión del dolor a otras partes del cuerpo que anteriormente no dolían.
Dolor crónico y depresión
La depresión es un factor habitual en personas que sufren dolor crónico y, además, resulta en una complicación para el tratamiento. El estado depresivo, puede influir en los patrones de sueño, causar una pérdida del apetito, falta de energía y pérdida por el placer y las ganas de realizar actividades.
El dolor, al tratarse de una respuesta fisiológica, puede cursar con ansiedad agitación, irritabilidad y, al cronificarse, puede provocar alteraciones del estado de ánimo, alteraciones del sueño y estrés. Estos factores, aumentan la fatiga y la baja productividad durante el día, lo que convierte el dolor en un alimentador del estado de ánimo y el estado de ánimo influye en la percepción del dolor. Una alianza perfecta, parece.
¿Por qué Dolor crónico+Depresión?
Una de las repercusiones que tiene el dolor crónico en la vida de una persona es la pérdida de actividad, de ejercicio físico, de vida social, de relaciones sexuales e incluso una reducción de la productividad laboral.
Esto se puede explicar de alguna forma porque la depresión y el dolor comparten algunos neurotransmisores que actúan como mensajeros de la información. Es decir, algunos de los mensajeros que alimentan los circuitos de la depresión, también alimentan los circuitos del dolor. Cuando se activa la percepción de dolor, también se activan algunas respuestas fiosiológicas presentes en los estados de ánimo deprimidos, y viceversa.
¿Por qué es importante controlar la situación ?
Los síntomas depresivos magnifican el dolor y reducen las herramientas de las que disponemos para vencerlo. Cuando esto sucede, la imagen que se tiene de uno mismo haciendo frente a los problemas del día a día se ve afectada, negativamente. Verse a sí mismo sin energía, sin ganas de hacer esfuerzos y sentirse engullido por las situaciones cotidianas afecta a la autoestima, la autoimagen y el autoconcepto, lo que puede hacer sentirse una víctima del dolor y del estado de ánimo.
Así pues, si nos mantenemos ocupados y tomamos las riendas de nuestras vidas, reforzaremos la imagen que tenemos de nosotros mismos y esto nos ayudará a vencer nuevas situaciones y nuevos retos.
5 pistas para lidiar con la depresión y el dolor crónico:
1. Minimiza las posibilidades de cronificar el dolor. Habla con tu especialista si, después de la fase de dolor agudo, tienes síntomas depresivos, ansiedad o estrés, como por ejemplo:
– Cambios en los patrones de sueño
– Cambios en el apetito (más hambre o no tener nada de hambre)
– Sensación de nerviosismo y/o irritabilidad
El estrés se puede manifestar de diferentes formas, causando también dolores de espalda, similares a los de la fibromialgia:
– Dolor de espalda o cervicales
– Dolor muscular difuso
– Puntos de debilidad muscular
– Alteraciones del sueño y fatiga
2. Identificar factores de estrés que pueden aumentar el dolor. Los pacientes pueden monitorizar cómo su propio estrés y estado de ánimo pueden afectar a sus dolores de espalda. Para ello se puede hacer un diario donde anotar los cambios que se producen en el dolor y qué factores están provocando estos cambios. Esto ayuda a focalizar la atención en aquellas cuestiones del entorno que influyen en el dolor más que en el dolor mismo. A priori, modificar la intensidad del dolor es complicado, pero modificar los factores que influyen en el aumento o la disminución del dolor sí que está en nuestras manos. Aprender a manejar estos factores nos proporciona fuerza y control sobre la situación, lo que nos lleva a tener más herramientas para luchar contra el dolor y sus consecuencias.
3. No escondas tu estado anímico. La depresión y las reacciones emocionales son habituales en el dolor crónico. Muchos pacientes no hablan sobre éstas porque creen que, una vez desaparezca el dolor agudo de la primera fase, las emociones se irán. Sin embargo, los daños colaterales del dolor crónico como dejar de hacer actividades placenteras, relaciones con amigos y familia, estrés económico o perder un trabajo, continuarán resaltando sentimientos de desesperanza y estado de ánimo deprimido.
4. Solicita un plan de actividad física adaptada a tus necesidades. La reducción de actividad física en el dolor crónico condiciona y contribuye al empeoramiento de algunos síntomas del dolor crónico y la depresión. Realizar un plan de actividad nos va a ayudar a estar activos, a distraernos, a oxigenar el cuerpo y a despejar la mente. La simple idea de decidir ir a dar un paseo y vencer la pereza, es muy poderosa en cuanto a la autoimagen y autoconcepto: “¡Seamos capaces!”.
Ten en cuenta que la actividad física ayuda a reducir a sintomatología depresiva porque produce una reacción neuroquímica en el cerebro, similar a la que se consigue con los tratamientos antidepresivos.
5. Pide consejo a un Psicólogo. Las terapias cognitivas y conductuales pueden ayudarte a reducir los síntomas de ansiedad y a vencer las ideas irracionales que se cronifican con el dolor como :
-“No puedo hacerlo”
-“No tengo ganas de hacerlo”
-“No soy capaz de hacerlo”
-“Siempre me va a doler”
-“No podré hacer una vida normal nunca”
-“Vivir así es un calvario”
Muchas personas evitan la actividad física y enfrentarse a sus ideas irracionales, lo que provoca un aumento de la percepción del dolor y un empeoramiento del estado de ánimo.
Hazte preguntas, y consulta todas las dudas que tengas respecto al dolor y a tu estado de ánimo. Habla sobre estas cuestiones con tu especialista, le puede ayudar a planificar el tratamiento y así minimizar la cronificación del dolor.
Hay muchas actividades cotidianas que ayudan a sentirnos mejor y a tomar el control de nuestras vidas. Practica el positivismo y convéncete de que tú eres el dueño de tu vida, de que sólo tienes que creer en ti: “Tú puedes, nosotros te ayudamos”.
Amalia Muñoz (Psicóloga y Neuropsicóloga Neuroespai)