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Desarrollo psicomotor y psicomotricidad

Al nacer, todo acontecimiento va a ocurrir por primera vez, y a partir de nuestras propias experiencias empezamos a descubrir: nuestro cuerpo, los sonidos que emitimos… y paralelamente al descubrimiento de nuestros sentidos y habilidades, empezamos a tener curiosidad por nuestro entorno: sonidos, estímulos visuales, texturas, olores…

En un primer momento existe un comportamiento reflejo a todos los niveles. A partir de ahí, se inicia una etapa de movimientos voluntarios según nuestros propios intereses. Dicho de una manera muy esquemática, la experiencia abre las puertas a un aprendizaje, y si se continúa experimentando, se llegara a consolidar una habilidad. Siguiendo un patrón basado en la experiencia de Descubrimiento – Aprendizaje – Integración de habilidades, se desarrollarán nuestras capacidades funcionales hasta conseguir coordinar los movimientos y llevar a cabo tareas complejas. 

El proceso de evolución de nuestras funciones se desarrolla de la cabeza a los pies (cráneo-caudal), se controla antes la cabeza que el tronco, y de la línea media hacia fuera (de próxima a distal) primero aprendemos a levantar y estirar el brazo, que a usar la mano. También tenemos en cuenta que primero habrá un desarrollo potencial de los músculos más grandes y después de los músculos más pequeños. 

 


Aunque el ritmo y la intensidad de la aparición de nuevas habilidades son propias a cada individuo, existen tablas de signos de alerta, para procurar un buen seguimiento del desarrollo funcional del bebé y el niño o en su defecto indicar que existe un retraso significativo en la aparición de nuevas habilidades. Un signo de alerta no presupone, por si solo, la existencia de un problema, únicamente indica la necesidad de realizar una valoración.

El desarrollo del niño está diferenciado por etapas y si no se respetan esas etapas se pueden generar carencias funcionales, no hay que pretender que cada etapa pase lo más rápido posible, hay que respetar los tiempos y el orden de las habilidades, eligiendo bien las tareas y por supuesto la forma de realizarlas. Por tanto, no se dará el gateo, si previamente no existe coordinación contralateral brazo-pierna.
Es conveniente para todos los niños y niñas, la práctica de psicomotricidad para consolidar las bases de un correcto desarrollo Psicomotor, sin embargo, en casos de hiperactividad, déficit de atención, retraso mental, problemas de aprendizaje, autismo, síndrome de Down, lesión cerebral, PCI… realizar sesiones de psicomotricidad es fundamental para cubrir las habilidades que no tienen un correcto desarrollo o no están presentes.
 
Los principales objetivos de la psicomotricidad son: 

  • Integrar la conciencia del propio cuerpo estático o en movimiento.
  • Potenciar el equilibrio.
  • Favorecer patrones de coordinación motora y movilidad voluntaria gruesa y fina.
  • Desarrollar y potenciar una buena capacidad respiratoria.
  • Consolidar la orientación espacio-corporal.
  • Mejorar la creatividad y la expresión corporal.

 

En caso de tener cualquier consulta o querer más información, contacta con nosotros.

 

Carlos Ramírez (Fisioterapeuta)